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lunes, 10 de noviembre de 2014

LOS NIÑOS DE CUATRO AÑOS CON CARLOS V:


Tuvimos el honor y el privilegio, en nuestra clase,  que nos visitase, ni más ni menos, que el Emperador Carlos V acompañado de su hermana Leonor.
 Tras un intercambio de correos, que diligentemente fueron enviados por su emisario, se nos confirmó la visita, en cuanto el emperador estuviese repuesto de sus dolencias.
 ¡Por fin el día
esperado!, tuvimos que trabajar duro para que todo estuviese preparado: los caballos, las lanzas, los escudos, los yelmos, los estandartes, las anillas, los bailes. Hicimos un entrenamiento previo al torneo, ensayo general para saber nuestras posiciones para recibir con todos los honores, a tan regia visita. Le
mostramos nuestra  exposición de relojes ,que tanto gustan al Emperador, preparamos la mesa, con su jarra de cuatro asas, para que degustase la cerveza elaborada en Yuste por su maestro cervecero venido desde Flandes y le dimos a probar  bizcocho de nuestros valles con uvas recién cogidas de la parra. Todo lo probó y le pareció exquisito.
En su honor celebramos el Gran Torneo  en el que demostramos nuestra habilidad en la carrera a pie y a caballo, nuestra destreza  derribando obstáculos con las lanzas y luego, al finalizar este,  la recepción en clase para que admirase nuestros
trabajos,  sobre todo los relojes elaborados en su honor según su maestro relojero, venido también de Flandes, de los cuales le regalamos uno.
Saboreado el frugal desayuno compuesto por cerveza y la Tapa Imperial, 1º premio en el concurso de Tapas (brocheta de uvas en bizcocho) le deleitamos con nuestro baile y juego popular renacentista, al estilo de la  época.
Cuando nos despedimos del Emperador que nos agradeció, muy mucho, nuestro agasajo, desayunamos nosotros también, según él dispuso con motivo de su visita, uvas con bizcocho y bebimos, quién así lo deseo,un dulce mosto de uva blanca.
Fue una visita muy emocionante.

Nuestro agradecimiento al Emperador y a su hermana por  el esfuerzo de dedicarnos estas atenciones a pesar del duro viaje que les resta hasta llegar a su destino, el Monasterio de Yuste en Extremadura.

¡Buen viaje Emperador!





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